Hoy, sobre las seis de la tarde, Luis Merino, encargado de la Administración de Lotería número dos del municipio alcalaíno no dejaba de vender décimos y atender a los numerosos clientes que se acercaban a su negocio. Algunos de ellos se lamentaban de que no les había tocado la suerte del número 44.247 que había sido el primer premio del sábado 14 de febrero de 2015. Pero Luis Merino, junto con su madre Rosario Solera y una dependienta que les ayuda a tiempo parcial, no dejan de sonreir en estos días porque la suerte se ha aliado con ellos y en la calle Miguel Hernández, y en su Administración de Lotería la gente no deja de entrar y pedirles los números de la suerte.
El número 44.247, del que se habían consignado en dicha Administración un total de treinta décimos, era agraciado con 130.000 euros cada uno. Aunque Luis dijo ayer tarde que algunos de sus clientes agraciados se habían acercado por su tienda, pero que no quería decir nombres para guardar su intimidad. Luis Merino cuenta que no sabe lo que ha tocado en su totalidad, añade que le asignaron 30 décimos, «pero como ahora va todo tipo telemático pues no sabemos realmente cuanto ha sido, pues antes hacíamos unas liquidaciones y relación de todo lo que devolvíamos, ahora a partir de cierto tiempo nos mandan una relación,vía Internet, de lo que hemos devuelto, exactamente ahora no puedo decir la cantidad, pero yo creo que se ha vendido bastante». Y añadió «los que han venido, los he visto realmente contentos, pues han recibido 130.000 euros por décimo y creo que no hay ninguno que lleve más de un décimo, pero ya han venido un par de clientes agraciados».
Luis Merino no dejaba de reir, decía que se sentía muy contento, aunque reconoce, que en principio las ventas no han aumentado y añadió que los lunes, sus clientes son así, «la gente viene a mirar su quiniela, su primitiva, sus billetes de la Lotería. Luis Merino no paraba de sonreir, sus clientes le seguían pidiendo números, algunos lo tenían claro y le solicitaban cualquier terminación, otros confiaban en la intuición de Luis y éste seguía atendiendo a todos los que llegaba y la sonrisa no disminuía de su boca y no dejaba de ilusionar como si fuese un mago.