Desde Alcalá tomaremos la carretera N-432 hacia la capital de la Alhambra, al llegar a la rotonda de la entrada (donde está la tienda Auris), nos incorporaremos a la autovía, dirección Motril. Luego cogeremos la salida hacia la Alhambra y después la de Monachil. Atravesaremos el pueblo y por la carretera que discurre paralela al río y por encima de éste, pronto veremos los letreros que anuncian nuestro lugar de destino: Los Cahorros.
Si es fin de semana es posible que la explanada que sirve de aparcamiento esté llena, si es entre semana estaremos prácticamente solos. Tras dejar el coche, comenzaremos a andar por el camino que arranca por debajo del aparcamiento, frente al bar ‘El Puntarrón’.
A nuestros pies, en otoño, veremos las preciosas alamedas teñidas de ocres y amarillos escoltando la ribera del río. Llegaremos a un primer quiosco y pronto veremos en el camino dos opciones: tomar por los Cahorros Bajos o los Altos. Ambas opciones son similares y llevan a un punto común. A nuestra derecha, a lo lejos, veremos la enorme masa pétrea y umbría cortada casi en vertical. Comenzaremos a descender y cruzaremos un arroyo casi sin agua. Estaremos ya junto a un merendero a nuestra izquierda y proseguiremos por un camino sobre las fértiles huertas. Veremos una vegetación exuberante, frondosa: olivos, higueras, caquis, álamos, nogueras, higueras, cañas, etc. A nuestra derecha dejaremos un gran ciprés y pasaremos por encima de una acequia.
De nuevo ascenderemos hasta llegar a los restos de una casa de piedra (izquierda). En un suspiro estaremos frente al inicio del impresionante puente colgante sobre el río y la presa, con sendos saltos de agua (derecha e izquierda). Cruzaremos por el firme y seguro puente de unos 60 metros de longitud y nos internaremos en la cerrada o desfiladero. Muy estrecho (cuidado con la cabeza y no rozar con la mochila en las paredes). Caminaremos pegados a la pared rocosa a nuestra derecha, viendo y oyendo el sonido cantarín del río Monachil metro y medio por debajo del camino, a nuestra izquierda.
El lugar es una maravilla y nos hará exclamar con entusiasmo y admiración. La vegetación de zarzas, ramas, juncos y musgo lo cubre todo y la belleza del lugar nos hará pensar en lo maravilloso que es este lugar que tenemos al alcance de la mano desde Alcalá. En muchos momentos habrá que gatear para avanzar y salvar ‘a cuatro patas’ el techo rocoso. No hay peligro, pero se debe caminar y avanzar con cuidado y concentrados en lo que hacemos.Al cabo de un rato veremos frente a nosotros una serie de colmenas, junto a ‘La Acequia de los Habices’. En seguida un poste indicará: ‘Las Chorreras; Central la Vega’ (a la derecha). Hacia donde hemos venido señala ‘Las Azuelas’, de frente indica ‘Monachil; Purche’. Seguimos ascendiendo y cerca de la cumbre veremos en derredor nuestro romero, tomillo, aulagas, etc.
Al acabar la ascensión estaremos en un campo de cerezos y a lo lejos, frente a nosotros, divisaremos Granada y toda la Vega. Es un buen lugar para descansar, tomar algo de comer y beber, disfrutar del paisaje, rememorar los parajes por los que hemos andado y disponernos a descender junto a varias casas de campo hacia Monachil. Allí lo veremos, a nuestros pies y distinguiremos el aparcamiento donde hemos dejado el coche.
Total del tiempo empleado con paradas en torno a las tres horas y media de naturaleza y belleza singular. Todo tan cerca de Alcalá que será un pecado no disfrutar de esa belleza cercana. Os encantará (lo garantizo).
Más información en: http://alcalalareal.ideal.es/reportajes/4757-2015-12-31-11-22-32.html